lunes, 4 de junio de 2007

MONOCULTIVO: BREVE HISTORIA DE UN ARMA DE DOBLE FILO

Históricamente, la actividad más rentable en la economía del país fue la agricultura y la ganadería. Se utiliza tanto para la exportación como para el mercado interno. Sin embargo, esta misma actividad es una de las principales causas de la desertización del suelo y genera graves alteraciones a la diversidad biológica local.

Cuando a comienzos del Siglo XIX el noroeste argentino entraba en decadencia por el agotamiento de las minas de Potosí (Bolivia- Virreinato del Perú), lentamente la zona del Litoral iba adquiriendo protagonismo. Allí se criaba el ganado cimarrón (traído por los colonizadores españoles) que servía para la exportación de cueros. Hacia 1850 proliferó además la introducción del ganado ovino en toda la Patagonia dando comienzo así al ciclo de la lana.
Recién en 1880, con la aparición de los frigoríficos, surge la exportación de carnes para consumo alimenticio, y junto con la exportación de granos, se convierte en el eje de la economía argentina. Las condiciones iniciales son conocidas por todos: un suelo fértil, amplio territorio virgen y condiciones climáticas favorables.

Pese a algunos intentos esporádicos en la historia nacional, la industrialización no logró imponerse nunca de manera contundente como recurso económico, y el campo argentino sigue siendo hasta el día de hoy el principal impulsor de la economía local.

Mientras en las economías de los países centrales se discute sobre la importancia de la diversificación de cultivos y la industrialización, la economía argentina se apoya principalmente en el monocultivo y sigue dependiendo de la exportación de materias primas.

Desde la década del '70 la soja se convirtió en el principal cultivo de la Argentina, tanto en superficie implantada, como en producción. Ya a mediados de los ’90, se lograron récords de producción. El precio del grano fue en aumento por razones que van desde la crisis de la “vaca loca” hasta la creciente demanda de proteínas vegetales.

Pero esta expansión tiene más de una consecuencia negativa.

Cuando en un predio se realiza el mismo cultivo durante muchos años, se producen cambios ambientales que también afectan los rendimientos del suelo. En algunas superficies pueden acumularse residuos orgánicos que contienen sustancias inhibidoras del crecimiento de las plantas. En otros, pueden producir pérdida de nutrientes y multiplicación de malezas similares al cultivo que resultan difíciles de combatir debido a su gran parecido. En el caso de la soja, se utiliza una importante cantidad de agroquímicos, especialmente herbicidas e insecticidas, sumados a funguicidas. La mezcla de estas sustancias implican un alto riesgo de contaminación. La siembra recurrente del mismo suelo, con el mismo cultivo, sumada a la tala indiscriminada de árboles, degrada la superficie y facilita la pérdida de minerales.

Es un hecho que los ciclos económicos son más acelerados que los de la naturaleza. Esto supone inevitablemente en un doble problema —económico y ambiental— que ya empieza a manifestarse.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nalí y Vickus! Solo una breve firmita para felicitarlas por la página y su maravillosa participación en "Y se ahorcó por la guirnalda". ¡Muuuuu buenooo! Un beso enorme a las dos...
Diego (quiero las fotos)

Anónimo dijo...

Chicas
Ya subí al podcast su maravillosa intervención en Y se ahorcó con la guirnalda.
Espero que les guste!
Saludos
Caro

V & A dijo...

Diego y Caro: mil gracias por entrar al blog e invitarnos a la radio. Nos hicieron sentir muy cómodas, como en casa. Felicitaciones por el programa :)
Saludetes, V & A